No tenés que demostrarle a la gente que están equivocados.
No tenés qué ganar cada debate.
No tenés que participar en todas las conversaciones.
No tenés que responder todas las preguntas.
No tenés que demostrarle a la gente que están equivocados.
No tenés que compartir tu punto de vista.
No tenés que dar explicaciones.
La paz que me dio leer esto.
La paz que me dio empezar a vivirlo.
No me acuerdo ni dónde lo encontré pero el clic fue inmediato.
¿Cuántas veces me tiraba el día por meterme en conversaciones que terminaban mal? Me frustraba, me peleaba con personas con las que no quería pelear.
Me costaba infinito dejar de pensar en por qué la conversación tomó uno u otro camino.
¿Por qué me sentía obligado a meter la cucharada cuando oía algo con lo que no estaba de acuerdo? ¿Quién me dijo que una pregunta obliga a una respuesta?
Nos cuesta una barbaridad tener conversaciones donde pensamos diferente.
No importa el tema, aunque usualmente son unas bobadas absolutamente insignificantes, pero nos calentamos de tal forma que las volvemos significantes, las extrapolamos a otros aspectos de la vida y sí, armamos la tormenta en el vaso de agua.
No sé por qué nos cuesta tratar conversaciones como eso, conversaciones y no como duelos.
Son momentos de buscar la verdad, no momentos de ganar o perder.
Justo cuando oímos el punto de vista contrario, la misión no se vuelve entenderlo ni escucharlo, se vuelve derrotarlo.
Son esas reacciones que no entiendo, así como cuando uno va manejando y apenas ve que el otro pone direccional, la reacción es acelerar y cerrarlo 😅.
Obviamente el ego algo tendrá que ver.
Percibimos darle la razón al otro como humillante.
Percibimos cambiar de opinión como humillante.
No es natural querer hacerlo, menos al frente del otro.
Será por eso que uno tantas veces cambia de opinión es cuando está sólo, en la noche, horas, o hasta días después de la conversa.
Como todo lo relacionado con las emociones (o sea con el elefante), es difícil entenderlo.
Simplemente pasa.
Tener una buena conversación requiere tener a dos elefantes en su mejor día y usualmente ninguno lo está.
Tener una buena conversación requiere que todos estemos tranquilos, calmados, en confianza.
Requiere respeto y admiración por todos los que participan.
Requiere tener ganas.
Requiere paciencia infinita.
Requiere mucha comprensión porque detrás de todo punto de vista hay miedos, hay historias, hay secretos, hay vivencias, hay conocimiento e ignorancia.
Bueno Juan, no es tan difícil entender porque tener una buena conversación es complicado.
Que dos personas tengan todo eso que acabo de decir ¡¿a la vez?! Antes que pase es un milagro.
Depronto por eso es que es tan rara la vez en la que uno tiene esas conversaciones, también por eso, que esas nunca se olvidan.
Bueno Juan, volvé, aterrizá, consejos para la vida práctica pues.
Número uno.
Date cuenta del contexto, date cuenta de las emociones.
Date cuenta de la energía.
Date cuenta de cómo estás.
Date cuenta si tanto vos como el otro están en mood para cambiar de opinión.
Date cuenta si el tema vale la pena.
Darte cuenta si si querés ayudar al otro a cambiar de opinión.
Si querés entender y conocer al otro, o solo imponer.
Si querés escuchar y si te quieren escuchar.
Si el otro está en mood para entenderte y vos a él.
Si sí es el día para recibir el puño en la cara que es darse cuenta que uno está equivocado.
Date cuenta si querés participar, y si el otro quiere hacerlo.
Si no, número dos.
No tenés qué ganar cada debate.
No tenés que participar en todas las conversaciones.
No tenés que responder todas las preguntas.
No tenés que demostrarle a la gente que están equivocados.
No tenés que compartir tu punto de vista.
No tenés que dar explicaciones.
Número tres.
Podes gently, escuchar, simpatizar.
Y con mucha gentileza, respeto y delicadeza, tan sutil e imperceptible como un ninja, redirigir la conversación hacia otro lado.
También podés quedarte callado.
O también podés coger el toro por los cuernos y decir de frente “en este momento no estoy para esta conversa”.
Tanta franqueza, en el tono adecuado, siempre sienta bien.
Número cuatro.
Como está en inscrito en el Templo de Apolo en Delfos, know thyself.
Aprendé a darte cuenta cuando no estás en mood para una conversa.
Empezá a identificar qué te ayuda a tener buenas conversaciones y qué las destruye.
Aprendé a leer tus red flags a tiempo.
Yo detesto tener conversaciones después de un mal día de trabajo.
Detesto tener conversaciones cansado, usualmente en la noche.
Estoy antipático, terco, malgeniado.
Estoy inmamable.
Cuando lo estoy y salen conversas peludas, juego la carta de la franqueza.
Pido tiempo, pido cambiar de tema, pido que en ese momento no… Eh mentiras no existe el súper Juan, apenas lo estoy intentando y este esfuerzo es reciente.
Usualmente me quedo callado, tengo la conversa siendo un tonto y armo la tormenta.
Al siguiente día en journal caigo en cuenta, y como que de tanto caer en cuenta, estoy cambiando.
Cada vez son más las veces en las que alcanzo a levantar la mano antes de que sea demasiado tarde.
Y cada vez me sale con más facilidad el decir que no estoy en mood, la primera me sentí rarísimo, ahora me vale huevo.
Como sidenote, escribir esto me hace notar que es una de las cosas en donde he empezado a sentir los efectos de la meditación, como que cada vez me doy cuenta, con más facilidad, de mi genio.
Ojalá esto siga y sea cierta esa premisa que meditar te ayuda a alargar ese espacio entre acción y reacción.
Número cinco.
Las mejores conversaciones se dan en caminatas por la naturaleza Y PUNTO.
No estoy preparado para que me demuestren lo contrario 😂.
No mentiras, pero es que todo fluye.
La naturaleza apacigua a cualquiera.
Los pensamientos fluyen, las conversaciones fluyen, se dan los espacios necesarios.
Es una delicia.
Compara esto con una conversa, cara a cara, mirándose a los ojos, ya me dio cringe.
En fin, se me safó, me alargué.
No quería hablar sobre cómo tener mejores conversaciones.
Sólo quería decir que no tenés qué ganar cada debate.
No tenés que participar en todas las conversaciones.
No tenés que responder todas las preguntas.
No tenés que demostrarle a la gente que están equivocados.
No tenés que compartir tu punto de vista.
No tenés que dar explicaciones.
Que lo estoy aplicando y que me ha traído mucha paz, por si querés intentarlo.