JuanFelipe

¿Sabes como Churchill deletreaba Perfeccionismo?

Hace unos días escribimos que amar se deletrea con seis letras T-I-E-M-P-O. Pues me enteré que a Churchill era otro que le gustaba deletrear las palabras por su verdadero significado.

‍¿Sabes como escribía “Perfeccionismo”? Nueve letras. P-A-R-Á-L-I-S-I-S. Tremenda esta.

‍Una regla que llevo en mi sangre como emprendedor, que aplico en monomo° sin parar. El perfeccionismo oculta miedo, oculta procrastinación, oculta indecisión. Es la excusa perfecta para no ejecutar, es la excusa perfecta para no lanzarse, es la excusa perfecta para escudarse posponer esa salida al escenario donde te dará cuenta si tu idea de negocio, si tu post, si tu nueva función, si tu diseño funcionó o no.

Esta idea es una de esas máximas de la cultura startupera de Sillicon Valley. La enseña toda aceleradora, la popularizó el famoso “move fast and break things” de Facebook y la reforzó frases como “si no te da pena mostrar tu primera versión, lanzaste demasiado tarde” de Reid Hoffman. Sin embargo de la teoría a la práctica hay usualmente un océano de distancia y en mi poca y cruda experiencia como fundador de monomo he podido comprobarlo.

Creía que era difícil aplicarlo por tener que combatir esos altos estándares personales que tiene cada uno, o ese sueño de tener el producto perfecto, pero con el tiempo me he dado cuenta que más que eso es miedo. Y se acentúa con la falta de experiencia, esto si que les cuesta a los prácticantes que llegan a monomo°. Llegan a su primera experiencia de trabajo, a una empresa donde reciben absoluta libertad, usualmente sin jefes, un entrenamiento inexistente y un liderazgo paupérrimo que me atribuyo.
Reciben un problema y les digo hagan lo que harían si esta fuera su empresa, a lo Reed Hastings en Netflix. Usualmente se les iluminan los ojos pensando en las ideas pero cuando llega el momento de lanzar, se les blanquean. -Quiero investigar más el mercado Juan- Es un clásico.


A veces me toca mostrarles pantallazos de las primeras versiones de Facebook, Google, LinkedIn, Uber, AirBnB. También de la primera versión de monomo° acompañado de las métricas de uso del momento, para que se convenzan de como lo horrible de una plataforma no bloqueó su crecimiento. Es más, creo que ayuda a separar las funciones muy buenas de las normales. Cuando un usuario está dispuesto a superar los obstáculos de una plataforma enredada es que tenés una buena idea entre manos. Esa es la que vale la pena pulir.

‍¿Cómo superar la parálisis? Lanzando.

No he encontrado una mejor manera. Lanzando y lanzando. Viendo que el mundo no se derrumba y que la inmensa mayoría de decisiones tienen reversa. Lanzando y viendo que nadie se da cuenta de tu lanzamiento, porque el mundo no gira alrededor nuestro como creemos pensar. Lanzando y viendo como las mejores ideas aparecen después de lanzar. Lanzando y viendo como es imposible correr un maratón en un sólo paso. No importa cuánto te preparés para que el primer paso sea lo mejor posible, no existe la zancada de 42 kilómetros de largo. Después de varios lanzamientos perdés el miedo. Iterando e iterando. Te convencés de que para cumplir ese sueño inmenso que tenés en la cabeza, el primer paso es lanzar eso que tenés ya y aprender de lo que ese lanzamiento te dará.

‍¿Significa esto resignarse a la mediocridad? ¿Renunciar a los más altos estándares? ¿A la excelencia? No lo veo así. Lo veo más bien como que el camino para alcanzarla es uno largo, de muchos tropiezos, esfuerzo y dedicación. Un camino de crecimiento. Nadie nace aprendido. Nadie juega su primer partido en el Real Madrid. La excelencia se construye. Toda obra de arte empezó con un bosquejo que se desechó.

‍Hace un tiempo que dejé de aplicarlo sólo en monomo° y me lo llevé a cada aspecto de mi vida. ¿Por qué no empezaba este blog? Supuestamente esperando al post maravilloso que me lanzara al estrellato. Puro miedo Juan. ¿Por qué no lanzaba mi página web? Porque no tenía tiempo de diseñar la increíble que me sueño. Puro miedo Juan. ¿Cómo voy a mejorar algo que no he lanzado? En un par de horas monté mi página y si, aunque horrorosa, ha permitido que los primeros de ustedes se suscriban al boletín semanal, ha permitido que Google me empiece a reconocer y a posicionar. Me ha permitido lanzar más publicaciones de las que jamás haya escrito en cualquier otro año de mi vida.

‍Me permitió empezar.

‍La parálisis del perfeccionismo la veo en las vidas de las personas que más quiero. La que no renuncia porque no he encontrado el trabajo perfecto. El que no emprende porque no tiene la idea de negocio perfecta. El que no corre porque no ha encontrado los tenis perfectos. La que no vive la vida que se sueña, porque todavía no ha llegado el momento perfecto. Si supieran que para que eso pase, el requisito es este primer paso.

‍El requisito es empezar. Eso que precisamente el perfeccionismo no te va a dejar hacer. Gracias Churchill.
Compártelo, tu sabrás a quién le servirá leer algo así. Mándaselo a ese amigo, a tu pareja, a tu mamá.